Las experiencias sexuales son reacciones físicas de los cuerpos que ocurren de modo inconsciente.
Las experiencias sensuales son experiencias agradables y placenteras. Producen atracción sexual sin ser pulsiones sexuales.
Las manifestaciones musicales pueden ser experiencias seductoras, sensuales, sexuales o todo a la vez.
Realizar un recital con público es una experiencia de seducción del músico o música.
Los motivos para la realización de recitales masivos en canchas de fútbol son dos: recaudar dinero de manera eficiente y seducir de manera eficiente.
Algunos músicos y músicas usan sus recitales para recaudar dinero para invertir en causas en las que desean trabajar.
Es también un modo muy eficiente de ‘seducir’ miles de personas de modo ‘económico’, instalando su imágen a través del baile y el canto.
Oír música puede ser una experiencia sensual independiente de quién la interprete.
Existen estilos musicales que producen placidez, alegría y calma.
Cuando la música tiene algunas características rítmicas y tonales oír música puede ser una experiencia sexual.
La música árabe tiene ‘fama’ de música erótica.
En películas y animaciones se suele usar en escenas de bailes eróticos.
Hay algo de cierto y algo de no tanto en los bailes árabes.
La escenografía de los sitios de baile árabes en Buenos Aires, en la zona de Villa Crespo, solían estar decorados con lienzos y luces de color rojo.
El mito del erotismo de la música árabe podría provenir del efecto que producen sus patrones rítmicos ejecutados en algunos tonos bajos.
La misma música árabe ejecutada en tonos agudos no produciría ningún efecto erótico. Las películas y productos infantiles suelen incluir sus canciones en tonos agudos. Por lo general son melodías que evitan patrones rítmicos.
Algunos instrumentos de la música árabe suenan con una sordina cuyas vibraciones producirían un efecto de erótismo sensorial. La vibración sostenida del sonido del saxo produciría el mismo efecto.
Los tonos rojos no son sexualizantes. Producen un estado de alerta y estrés. Los tonos sensorialmente sexualizantes serían tonos fríos, como los azules. Producirían sensación de calma y placidez.
Como el color rojo, el volúmen de sonidos alto produce estrés. No es posible estudiar en ambientes con ruidos o conversaciones.
Uno de los motivos para que en boliches y bares la música suene en niveles altos sería producir un estrés tal que disminuya otras capacidades intelectuales de todos los individuos.
Esa disminución de la capacidad de ‘pensar’ hace tolerable situaciones que de otro modo resultarían intolerables. Tal como ocurriría con el consumo de alcohol, cocaína, marihuana y otras drogas.
Estando el cerebro ocupado en soportar el estrés del ruido ambiente de la música, no podría ‘ver’ la fealdad ni ‘sentir’ la incomodidad del entorno.
Los patrones rítmicos de percusión y bajos de la música oriental serían sexualizantes por la similitud con los patrones rítimicos y vibraciones con los latidos del corazón.
Los individuos tendríamos internalizada esta vibración por haber crecido en un vientre materno. Estos bajos rítmicos los asociaríamos de modo inconsciente al placer y a la seguridad experimentada antes de nacer.
Según esta hipótesis, la reacción producida por este tipo de patrones sonoros sería una pulsión primitiva inconsciente.
Oír sonidos bajos y rítmicos en volúmen alto es una experiencia sexual. No es cultural ni intelectual. Ese podría ser el motivo para que los concurrentes parezcan sexualmente atractivos.
Quienes comercian con actividades sexuales o explotan situaciones de abuso o asimetría de información conocen y dominan estas reacciones fisiológicas de las personas.